Filosofía

Narrar la historia del suelo, revelar la esencia de la tierra en poemas líquidos que celebran la vida.

Narrar la historia del suelo, revelar la esencia de la tierra en poemas líquidos que celebran la vida.

Carlos Sánchez

Tras años elaborando en Gredos, Carlos Sánchez encontró en la Sonsierra riojana su lugar en el mundo. Docente de formación, su afición por el vino y la enología lo llevó a matricularse en enología y a comenzar a elaborar en bodegas de zonas como Méntrida o Gredos, donde empezó a hacer sus propios vinos.

Su obsesión por la belleza y la perfección atrajo su mirada a Rioja, donde se instaló definitivamente en 2018, con el objetivo de iniciar un proyecto personal, profundamente arraigado al terruño.

Desde entonces, persigue incansable su sueño de rescatar y realzar la esencia de pequeñas parcelas ubicadas en Labastida y San Vicente de la Sonsierra, convirtiéndolas en poemas líquidos que invitan a beber (¿leer?) entre líneas y a descubrir una Rioja auténtica.

San Vicente y Labastida

Carlos Sánchez ha encontrado en estos dos pueblos de la Sonsierra el escenario perfecto para elaborar vinos que expresen la grandeza y diversidad de Rioja. Desde su llegada ha volcado su energía en recuperar viñedos viejos con los que honrar la singularidad de sus suelos calcáreos, de sus paisajes, de sus uvas, de sus gentes… Siempre desde el respeto al origen y la tradición de esta zona vinícola milenaria.

Filosofía ecológica y
principios biodinámicos

El proyecto de Carlos Sánchez es una declaración de amor al terroir. De ahí su apuesta por una viticultura ecológica y biodinámica que respeta y celebra cada matiz del suelo. Sánchez cultiva sus viñedos con un cuidado casi ritual, permitiendo que cada racimo conserve el secreto de su origen, como si cada uva fuera una palabra en un verso dedicado a la pureza de la naturaleza.

Mínima intervención

Carlos continua en su proyecto con la filosofía de mínima intervención en la elaboración de vinos adquirida en Gredos, respetando la autenticidad del terruño y las variedades locales. Su estilo de vinificación se caracteriza por la transparencia y la ausencia de retoques tecnológicos, buscando vinos con fruta crujiente, fáciles de beber, que expresen con elegancia los matices minerales y la complejidad de cada parcela.